sábado, 10 de mayo de 2008

la evolución económica y el arranque del movimiento obrero

La población española se incremento a lo largo del período, aunque en menor medida que en los países más desarrollados. El descenso de la mortalidad y el mantenimiento de una alta natalidad explican esta tendencia. La mayor parte de la población siguió siendo rural. Se calcula que en 1865, el 80% de la población seguía viviendo en el media rural. La agricultura vivió una profunda reforma basada en la abolición del régimen señorial, la supresión de los mayorazgos y las grandes desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. Con este conjunto de medidas se liberalizó la agricultura, permitiendo que la tierra pudiera circular libremente en el mercado, y se eliminaron los frenos que impedían el desarrollo de una agricultura capitalista dirigida al mercado. La mayor parte de la tierra pasó a manos de propietarios privados individuales.
La gran transformación económica de este período fue el proceso de desamortización de los bienes eclesiásticos iniciado en 1835 por el progresista Mendizábal, que luego vino a ser completado por el también progresista Pascual Madoz durante el Bienio progresista con la desamortización de los bienes de los municipios. La desamortización consistió básicamente en la expropiación de los bienes desamortizados y su nacionalización y posterior venta en pública subasta al mejor postor. Los resultados de la desamortización explican porque la nobleza, en general, apoyó al liberalismo, y porque muchos campesinos se hicieron antiliberales (carlistas), al verse perjudicados por las reformas. Pese a sus insuficiencias y errores, las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz cambiaron de forma radical la situación del campo español. Baste con señalar que afectaron a una quinta parte del conjunto del suelo. Lamentablemente, el atraso técnico y el desigual reparto de la propiedad de la tierra siguieron siendo problemas clave de la sociedad y la economía españolas.
En la industria España vio como la revolución que se había iniciado en Gran Bretaña y se extendía a otras zonas del continente, sólo afectaba de forma muy localizada al país en Cataluña y País Vasco
La expansión del tendido ferroviario fue un factor clave de modernización como en el resto del mundo. España llegó con retraso al nuevo medio de transporte y la primera línea fue la construida entre Barcelona y Mataró en 1848. Curiosamente, el primer ferrocarril en los dominios españoles fue construido en Cuba en 1837 en el trayecto La Habana-Güines. Tras la promulgación de la Ley General de Ferrocarriles en 1855 tuvo lugar un verdadero "boom del ferrocarril". En 1866 la red alcanzó los 5.145 kilómetros de extensión. La política comercial fue en general proteccionista. Las leyes arancelarias de 1841 y 1849 favorecieron los intereses de los industriales del textil catalán y de los terratenientes castellanos cultivadores de trigo. Sólo durante el Sexenio Democrático se intentó una política liberal con el Arancel Figuerola de 1869. La Restauración significó de nuevo la vuelta al proteccionismo con la ley arancelaria de 1875. En el terreno financiero este período se caracteriza por las dificultades de la Hacienda estatal agobiada por la Deuda Pública.
En cuanto a la evolución social. El principal rasgo de este período es la paulatina desaparición de la sociedad estamental y su sustitución por una sociedad de clases basada en el derecho de propiedad y en la igualdad ante la ley. Esta nueva sociedad permitió mucha mayor movilidad social, bien por el éxito en los negocios, bien por la carrera administrativa y, sobre todo, militar.
Se configuró un nuevo grupo social dominante configurado por la alta burguesía (empresarios textiles catalanes, financieros madrileños y vascos...), la oligarquía terrateniente propietaria de grandes latifundios especialmente en la España meridional, y los altos cargos del estado y el ejército.
Por debajo emergieron unas clases medias urbanas no demasiado numerosas (pequeños propietarios rurales y urbanos, oficiales del ejército, funcionarios, médicos, profesores...)
La población campesina configuraba la mayoría de la población del país y era bastante heterogénea: propietarios, arrendatarios y jornaleros sin tierra que conformaban más de la mitad de la población rural.
Por último, ligada a la débil industrialización, se configuró un pequeño grupo de obreros industriales. La débil y muy localizada industrialización española explica la debilidad del movimiento obrero hasta el sexenio democrático. Se calcula que en 1860 había en torno a ciento cincuenta mil obreros industriales en el país, más de la mitad de los cuales vivía en Cataluña. No obstante, ya desde la década de 1830 nacieron algunas asociaciones, como las “sociedades de auxilio mutuo”; se produjeron algunas protestas de carácter ludita, como los conflictos en 1835 en la fábrica “El Vapor” en Barcelona, o las protestas contra las “selfactinas” en 1854; la aparición de los primeros periódicos. Estas primera manifestaciones del movimiento obrero fueron duramente reprimidas por los gobiernos de la época.
Las libertades políticas permitieron un importante impulso al movimiento obrero durante el sexenio. En 1864 se había creado en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), donde durante un cierto tiempo convivieron los seguidores de las ideas de Carlos Marx (marxistas o socialistas) y los seguidores de Mijaíl Bakunin (anarquistas). Las nuevas libertades traídas por la "Revolución Gloriosa" permitieron la creación de la Sección Española de la A.I.T. Su fundación se debió al impulso del anarquista italiano Giuseppe Fanelli. Desde un principio en los "internacionalistas" españoles hubo claro predominio de la ideología anarquista, inspirada en el pensamiento de Bakunin. Como era de esperar por su mayor grado de industrialización, el movimiento anarquista tuvo un mayor desarrollo en Cataluña. Por otro lado, Paul Lafargue, yerno de Marx, vino a nuestro país a propagar las ideas del marxismo. En 1872, creó un pequeño grupo madrileño que poco después daría lugar al PSOE.

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